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Estallada la Guerra en 1936, movilizó toda su influencia y pre | #MemoriaAnarquista

Estallada la Guerra en 1936, movilizó toda su influencia y prestigio moral para oponerse a los derramamientos de sangre, a los crímenes políticos y a las venganzas personales, salvando a muchas personas. En noviembre de 1936 es nombrado Ministro de Industria en el Gobierno de Largo Caballero, junto a otros tres anarcosindicalistas. En una ocasión, le intentan sobornar, y acuden a su casa a ofrecerle un dineral. Juan les expulsó a gritos. Esa noche, según cuenta su hijo, sólo tenían para cenar una patata y un par de zanahorias.
Como ministro, presentó importantes proyectos, defendiendo siempre la autogestión obrera. Los delegados comunistas frenaron todas sus iniciativas. Finalizada la actuación ministerial, regresó de nuevo al horno en la Cooperativa de Vidrio. Caída ya Barcelona, se dirigió con parte de su familia a Francia. Fue el representante de la CNT en la Junta de Ayuda al Refugiado, y a pesar de pasar dinero por sus manos, comía una sola vez al día para ayudar a los exiliados. En 1940 fue entregado a Franco por la GESTAPO y fue internado en la cárcel de Valencia.
Durante su prisión recibió la visita de muchas personalidades del régimen franquista para ofrecerle un puesto de oro y su libertad a cambio de dirigir los Sindicatos Verticales. Al no querer quebrantar su fidelidad un Consejo de guerra le condena a muerte. De nada valieron los testimonios de los hermanos maristas de Barcelona y otros enemigos políticos en su favor. La pena es ratificada por el Consejo de ministros y es fusilado en Paterna el 24 de julio de 1942. El militar de oficio que le defendió quedó tan impresionado con su bondad, y tan horrorizado con la injusticia cometida, que abandonó su carrera en el ejército. Ajusticiaron a un justo, a un hombre que, en aquellos años de oscuridad, hizo a muchos reconciliarse con la raza humana. Su vida fue sin duda un apostolado moral.
«...Si la revolución consistiera en robar y matar, los ladrones y asesinos serían los más grandes revolucionarios. Justamente, es todo lo contrario. Los más grandes revolucionarios, de los cuales la historia se complace en hablar, son los que más lejos se encuentran siempre de todo derrame de sangre y de la amoralidad de las expropiaciones para el provecho personal...». Juan Peiró.
Fuente: «Militantes Obreros. Semblanzas», Rodrigo Lastra, Ed. Voz de los sin Voz.
Obras: https://bit.ly/2OSlDSO

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