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​​23 '¹ En el principio creó Dios los cielos y la tierra.' (G | Pan diario📖

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"¹ En el principio creó Dios los cielos y la tierra." (Gn 1:1)

"⁸ O habla a la tierra, y ella te enseñará..." (Job 12:8)

Entonces, examinamos diferentes tipos de suelo: variedades del corazón humano. Es posible que hayamos aprendido que la tierra de nuestro corazón no es buena ni fértil. ¿Es este el juicio final? ¿O aún de puede arreglar?
¡Sí por supuesto que se puede! ¡Y lo necesitamos hacer! Incluso después de que pecó y Dios lo expulsó del paraíso, a Adán se le dijo que labrara la tierra de la que fue tomado

"²³ Y lo sacó Jehová del huerto del Edén, para que labrase la tierra de que fue tomado." (Gn 3:23)

Y aquí no se trata solo del trabajo literal en la tierra, sino, sobre todo, del cultivo espiritual de la tierra del corazón.
Si la tierra del corazón está en el camino, hay que ararla. No hay que quedarse con su propia opinión. Hay que riegar la tierra del corazón con la Palabra de Dios, y

"⁹ No os dejéis llevar de doctrinas diversas y extrañas; porque buena cosa es afirmar el corazón con la gracia, no con viandas, que nunca aprovecharon a «los que se han ocupado» de ellas." (He 13:9)

Escuchemos lo que el Señor dice en Su Palabra a nosotros personalmente. Dejemos que las semillas de la verdad penetren profundamente en nuestro corazón. Guárdemolo como María, la Madre de Jesús, guardó todo lo que se dijo sobre el Hijo en su corazón

"⁵¹ Y descendió con ellos, y volvió a Nazaret, y estaba sujeto a ellos. Y su madre guardaba todas estas cosas en su corazón." (Lc 2:51)

Si el suelo del corazón es pedregoso, quitemos de él las piedras de la duda y la incredulidad. Jesús le dijo una vez a Tomás:

"²⁷ Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente." (Jn 20:27)

Y hoy nos lo dice a nosotros también. Profundicemos en las palabras del Salvador: ¡dejemos que la tierra de nuestro corazón se vuelva buena! Demos fruto, como está escrito:

"¹⁵ Mas la que cayó en buena tierra, éstos son los que con corazón bueno y recto retienen la palabra oída, y dan fruto con perseverancia." (Lc 8:15)

Si el suelo de nuestro corazón está cubierto de espinas, establezcemos las pautas y prioridades correctas en nuestra vida. ¡Determinemos qué es lo más importante para nosotros!

"³³ Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas." (Mt 6:33)

Si la tierra del corazón es buena y fértil, entonces somos bendecidos, como está escrito:

"⁷ Porque la tierra que bebe la lluvia que muchas veces cae sobre ella, y produce hierba provechosa a aquellos por los cuales es labrada, recibe bendición de Dios;" (He 6:7)

Pero no nos detengamos ahí. Sigamos cultivando la tierra de nuestro corazón, estudiando la Palabra y aplicándola en la vida, porque está escrito:

"¹¹ En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor;" (Ro 12:11)

Hablemos con nuestro corazón con más frecuencia. Observemos cómo brotan las semillas de la verdad en ese campo. ¿Qué fruto da nuestro corazón? Y que todo en nuestra vida sea para la gloria del Señor.
Recordemos que

"⁹ Porque los ojos de Jehová contemplan toda la tierra, para mostrar su poder a favor de los que tienen corazón perfecto para con él. Locamente has hecho en esto; porque de aquí en adelante habrá más guerra contra ti." (2Cr 16:9)

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