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¿Pueden mis hormonas hacerme pecar?   ¿Pueden mis hormonas | MUNDO JOVEN CRISTIANO 🌐

¿Pueden mis
hormonas
hacerme pecar?
 
¿Pueden mis hormonas hacerme pecar?
Seguro que a veces lo sientes así. La mayoría de las mujeres saben lo que es pasar un día criticando a sus hijos o a sus colegas, solo para tener su período uno o dos días más tarde y pensar: ¡Oh, ahora todo tiene sentido! La intensidad con la que sentimos esto (o no) variará enormemente, pero para la gran mayoría de nosotras, las hormonas afectan la forma en que nos comportamos. Y a veces, si somos honestas, nos portamos mal.

No se trata solo de períodos, por supuesto. Otras etapas de nuestra vida, como la menopausia o el embarazo, presentarán sus propios desafíos en su momento. Esta pregunta tampoco es solo para mujeres. La experiencia de tener «hambre» (hambre y enojo), por ejemplo, está relacionada con las hormonas del estrés liberadas en respuesta a un nivel bajo de glucosa.

Entonces, ¿alguna vez estamos justificadas para decir: «Mis hormonas me obligaron a hacerlo»? No parece correcto exonerarnos por completo cuando sabemos que las hormonas han estado funcionando; después de todo, el pecado sigue siendo pecado. Pero cuando el mal comportamiento alimentado por hormonas parece tan imposible de superar, ¿cuál es la alternativa? ¿Continuamente te sientes aplastada por la culpa? ¿Desesperada por el cambio de tu cuerpo? Eso tampoco parece correcto.

Afortunadamente, la Biblia arroja luz sobre estas experiencias muy reales y, a veces, crudas.

Alma y cuerpo

En primer lugar, la Biblia nos enseña sobre nuestros cuerpos. Hay algo físico en nuestra humanidad. Sin duda, somos más que nuestros cuerpos, pero tampoco podemos estar sin ellos. Todo está unido: mente, cuerpo, alma, ¡todo! Una implicación de esto es que podemos esperar que lo físico influya en lo espiritual y que lo espiritual influya en lo físico. En este sentido, no es sorprendente que el aumento y la disminución de las hormonas tengan una influencia muy real en nuestra batalla contra el pecado.

Como el resto de la creación, nuestros cuerpos son buenos, pero la realidad es que también son débiles. Todos descubrimos eso en un momento u otro de nuestras vidas. Y eso está bien. Nuestras debilidades humanas, físicas y emocionales, no son algo pecaminoso. Así es como fuimos hechas. Nuestras hormonas fluctuantes no son en sí mismas algo para castigarnos. Pero es complicado. A veces confundimos la debilidad con el pecado. A veces excusamos el pecado como debilidad. La verdad es que muchas veces actuamos de una manera que mezcla el pecado y la debilidad; son muy difíciles de desenredar. Y somos propensas a responder a nuestra debilidad de manera pecaminosa.

@MujerVerdadera
#DiosEsFiel