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La Escritura habla con franqueza sobre el pecado y sus peligro | MUNDO JOVEN CRISTIANO 🌐

La Escritura habla con franqueza sobre el pecado y sus peligros:

«Por tanto, hagan morir todo lo que es propio de la naturaleza terrenal: inmoralidad sexual, impureza, bajas pasiones, malos deseos y avaricia, la cual es idolatría. Por estas cosas viene el castigo de Dios. Ustedes las practicaron en otro tiempo, cuando vivían en ellas. Pero ahora abandonen también todo esto: enojo, ira, malicia, calumnia y lenguaje obsceno». (Colosenses. 3:5–8 NVI)

Encuentro un extraño consuelo en el hecho de que Pablo tiene que decirles a los cristianos de Colosas que se deshagan de la ira, la malicia y la lujuria, porque claramente no se habían librado de ello hasta entonces. Así que no somos las únicas que luchamos con el pecado; los cristianos desde el primer siglo se han enfrentado a este tipo de batallas.

Al mismo tiempo, Pablo es muy claro. Si nuestra verdadera vida está escondida con Cristo, si Él murió por nuestro pecado, entonces los comportamientos que antes abrazábamos o al menos tolerábamos ya no son adecuados (v. 7). Ya no podemos venir corriendo cuando estos deseos nos llaman. En cambio, dice Pablo, haz guerra contra la tentación. No dejes que te domine. Hazla morir. Es serio: «Pues la ira de Dios vendrá sobre los hijos de desobediencia por causa de estas cosas» (v. 6).

Esto es lo que debemos recordar, siempre y cuando nos veamos tentadas a usar nuestras hormonas como excusa para pecar. «Sí, le hablé bruscamente, pero él debería intentar pasar por la menopausia antes de empezar a juzgar». Este es un intento de autojustificación. «Lo siento, pero . . . » es una forma de buscar minimizar lo que hemos hecho. Pablo no hace salvedades cuando se trata del pecado. Nosotras tampoco deberíamos.

Las hormonas son reales, tienen un efecto muy real sobre cómo nos sentimos, y es útil reconocerlo. Pero el pecado es igualmente pecaminoso (y el arrepentimiento debe ser igualmente real) cualquiera que sea el estado de nuestras hormonas.

Sin embargo, cobra ánimo: Dios también es igualmente misericordioso. Cuando nos equivocamos, simplemente podemos acudir a Jesús, sabiendo que Él soporta nuestra debilidad y perdona nuestro pecado. Lo que significa que incluso cuando nos resulta difícil decidir cuál es cuál, está bien. «Así que acerquémonos confiadamente al trono de la gracia para recibir misericordia y hallar la gracia que nos ayude en el momento que más la necesitemos» (Hebreos 4:16 NVI).

Prepárate

Así que no, no deberíamos buscar justificarnos cuando nos hemos equivocado, pero tampoco tenemos que quedarnos avergonzadas.No debemos resignarnos a la derrota, tenemos armas para esta batalla. Tomar el pecado en serio podría significar registrar nuestros ciclos y anticipar cuándo vendrán los puntos de presión para que estemos preparadas. Podría significar ser sinceras con los demás para que puedan orar por nosotras y ayudarnos de forma práctica a aliviar la presión y minimizar la tentación. También significa aprovechar los dones del sentido común y la gracia común del buen sueño, el ejercicio regular y la nutrición adecuada, porque somos criaturas completas, en cuerpo y alma, por lo que al cuidar a uno hará maravillas por el otro.

Vale la pena decir que, para algunas de nosotras, esos dones de gracia común pueden incluir medicamentos. Se estima que entre el tres y el ocho por ciento de las mujeres sufren de trastorno disfórico premenstrual (TDPM), depresión intensa, ansiedad y / o irritabilidad, ligada a fases específicas del ciclo menstrual. En estos casos, y en muchos otros, se recomienda buscar la ayuda de un profesional médico.

Para todas nosotras, tomar el pecado en serio siempre se verá como aprovechar el don del Espíritu Santo, asegurándonos de pedirle que nos ayude a medida que avanzamos en nuestro día y orando durante todo este tiempo para que Su poder opere en nosotras.

#DiosEsFiel